Pero lo dicho, ése no fue el meollo. La cosa, the thick of it, fue que claro, al picar un poquito el plato, la coca-cola que me pedí se me acabó pronto, y eso que era grande grande, de vaso del de Ikea de esos casquetudos. Así que decidí pedirme un vaso de agua. Yo pensaba que me dirían que no, que tenía que ser una botella y así pasar por caja, lo cual habría encontrado normal, así que cuando no pusieron objeción a mi petición de “tap water” puse cara de pillín, de haberme salido con la mía, la cara que ponen los chicos de la ESO cuando le piden besos a las chicas a través de notitas en clase que la tonta de la profe nunca atina a requisar (o sí).
Me llegó mi vaso de agua fresquita del grifo y disfruté de la comida como un buen indio europeo. La sorpresa vino cuando fuimos a pagar. En la nota venía bien clarito, sin trampa ni cartón. Glass of water.- 2.50 €. Lo mismo que la coca-cola. Me imagino a los camareros del restaurante hablando:
- Dame un vaso de agua para la mesa 3.
- ¿Un vaso? ¿No han pedido una botella?
- Qué va, han intentado hacernos el truco del agua del grifo.
- Estos españoles...la llevan clara.
Y tan clara.
vaya clavada!
ResponderEliminar"...puse cara de pillín, de haberme salido con la mía, la cara que ponen los chicos de la ESO cuando le piden besos a las chicas a través de notitas en clase que la tonta de la profe nunca atina a requisar (o sí)."
ResponderEliminarDe algo me suena... jajajaja
¡SOIS GRANDES!