martes, 22 de marzo de 2011

EWL en Berlín III: Rent-a-bike

Esta es una lección que debería haber aprendido hace mucho tiempo, pero nada. Siempre igual. Por ahorrarme unos duros salgo escaldado.

Efectivamente, Berlín es una ciudad en la que te puedes mover en bici a las mil maravillas. Y cuando digo bien me refiero a perfectamente, puedes ir por Alexanderplatz en tu dos ruedas sin problema ninguno. Intenta meterte en la Castellana con la bici. O en el Paseo de la Cuba de Albacete. Imposible. En Berlín, puedes.

Pues allá que fuimos los EWL a comprarnos una bici en el floreciente negocio de segunda mano bicicletil de Berlín. Como el señor Sastre tiene mucho mundo, fue un poco listo y aunque le costó un pelín más (bien poco más, la verdad), se agenció una montura con ciertas garantías. Aquí el señor Santi, como es un roñoso de primera, se intentó ahorrar ese pelín y adquirió una especie de cacharro que, si bien andaba más o menos, se veía que no iba a durar mucho. “Total, para 20 días que nos quedan aquí”. Obviamente, no le duró ni 20 horas sin empezar a descuajaringarse.

Total, que al final el señor Santi tuvo que gastarse más dinero (cambio de ruedas) para ir peor, quedarse tirado un par de veces y dar por muerto el aparato antes de tiempo, mientras que el señor Sastre tuvo bici-puta-madre para rato. Dejo a los inteligentes lectores de este Bloz la extracción de la correspondiente moraleja.

Y ahora, una simpática ilustración que, de un vistazo, conecta nuestros orígenes con la historieta contada en la entrada.


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