martes, 18 de enero de 2011

El comepúas

Todos los que tenemos un grupo teníamos una sola certeza cuando comenzamos con el percal. Pasara lo que pasara, tuviéramos éxito o no, sacáramos un disco o no, lo único seguro es que un nuevo ser entraría en nuestra vida, el Comepúas.

El Comepúas es un ente extraño que aparece espontáneamente en los locales de ensayo y que como su nombre indica se alimenta de púas. Un día tienes un montón, que fuiste a comprarlas a la tienda de música del centro para dártelas de que tienes una banda, y al otro han desaparecido sin dejar rastro, ni una nota de despedida ni nada. Su origen es desconocido aunque hay muchas teorías sobre el mismo. Unos dicen que son como perretes pequeños que se esconden entre las pelusas (de ahí la importancia de la limpieza) y que salen de noche, cuando el “artista” yace tirado entre los instrumentos beodo perdido, otros que es Santana que va secuestrando púas para que nadie consiga imitar su sin par estilo…Cualquiera de estas historias parece verdadera, pero ninguna de ellas lo es. Nosotros sabemos la verdad. La culpa fue de Kraftwerk y su manía de usar maquinitas y dar de lado a las guitarras y, con ellas, a las púas.

Antes de que apareciera el grupo alemán, todo en Pualandia era felicidad. Eran la reinas de la música, se las necesitaba para todo. Había intrusismo, como el arco que utilizaban Led Zeppelin, pero en general, si querías tocar, tenías que tener púas. Todo cambió cuando aparecieron esos locos alemanes y sus cachivaches. La tristeza inundó Pualandia y su alcalde, el Sr. Puamayor, no sabía qué hacer. El paro aumentaba y sus conciudadanos se quejaban y deprimían.

Meses y meses estuvo estudiando en su despacho una solución, hablando con las púas más expertas acerca de qué hacer para introducirse en el ascendente mercado de la electrónica. Dejó incluso de comer y beber y lo único que hacía era pensar en ello e ir de guitarras. Al cabo de unos años, medio ido y sin haber encontrado una solución, tuvo que ser cesado de su cargo y encerrado en el manicomio de las púas, junto a todas las púas que habían salido malparadas después de los 70, unos años loquísimos. Resignadas a un segundo plano, la vida en Pualandia volvió a la normalidad una vez asumido su nuevo rol.

Cuenta la leyenda que el Sr. Puamayor continúa aún encerrado lamentándose día y noche por el trono perdido, y que, preso de una gran rabia, escapa cada noche convertido en el Comepúas para secuestrar a sus congéneres a lo largo del mundo, ya que piensa que son demasiado buenas para los músicos de hoy en día, que sólo saben apretar botones. Ya con el sol en lo alto, cumplida su misión, vuelve a su celda exhausto. Nadie sabe dónde esconde a las otras púas, ni siquiera él se acuerda a la mañana siguiente. Las mentes más truculentas dicen que se las come.

Así que ya sabéis. La próxima vez que estéis en un local de ensayo o un estudio, andad con cuidado, el Comepúas está al acecho. De hecho, si os quedáis muy callados podréis oírlo. También puede ser que ese ruido sea la estática de la guitarra, pero no, es él.








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